La carne de una es la carne de todas

 
MANOS. Tinta sobre papel

MANOS. Tinta sobre papel

Y una deja de ser mujer y se convierte en viuda, en madre. Una deja de ser el centro de su vida, deja de ser la savia y la sangre, porque la han obligado a renunciar a cuanto quería.

A Hilari no le di leche. Porque tenía la leche salada. Y entre la leche aguada de vaca y la de farmacia me salió un hijo como una flor. Poco la regaba y la podaba. Tu favorito ha de ser un hijo que te salga como una raíz. Quiero a mis hijos, a pesar de la cojera del alma.

El sombrero de una es el sombrero de todas. La carne de una es la carne de todas. La memoria de una es la memoria de todas. Aquí todas somos madres. Todas somos hermanas. Tías. Primas.

Porque siempre hemos estado aquí y siempre estaremos aquí. Porque no hay principio ni fin. Porque el pie de una es el pie de todas. El sombrero de una es el sombrero de todas. La historia de una es la historia de todas. Porque el bosque es de las que no se pueden morir. Que no se quieren morir. Que no morirán porque lo saben todo. Porque lo transmiten todo. Todo cuanto hay que saber. Todo cuanto hay que transmitir. Todo cuanto es. Semilla compartida. La eternidad, cosa ligera. Cosa diaria, cosa pequeña.

Fragmentos de la novela “Canto yo y la montaña baila” de Irene Solá

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